A burnin love, that you will never forget (Mera)

Ella estaba en el Palacio de Xebel entrenando para asesinar al Rey de Atlantis, no comprendía muy bien por qué su padre lo quería muerto pero así la habían educado, le habían enseñado que debía de ser fría y distante, ser toda una asesinaa sin escrupulos pero ella en realidad, no era de ese modo. Era una chica dulce y cariñosa, aunque con bastante caracter. Sabía muy bien que su Reino era peligroso y que no debía de mostrarse débil.

Estaba entrenando con los demás cuando su padre, el Rey de Xebel llegó hacia ella. Comunicandole de que les habían llegado una invitación para cenar con el Rey de Atlantis aunque esa no era la idea de asesinar a Arthur era lo mejor asi podría ahorrarle el trabajo a su hija.

Ryus:-Mera, mi única hija, ya es hora de nuestra venganza. Has recibido una invitación para cenar con el soberano de Atlantis, ya sabes lo que tienes que hacer. Confio en ti, espero que no me falles.-Le dijo su padre mientras le acariciba la mejilla a su pequeña, ella asintió y después de hacer una reverencia se fue para sus aposentos para arreglarse.

Estaba en su cuarto empezando a arreglarse, no sabía que ponerse.-Creo que me voy a poner mi vestido de la suerte...Siempre que me he lo he puesto, me ha traido suerte.-Se dijo mientras admiraba su vestido favorito. En su muslo oculto una daga especial y se puso un colgante que contenía veneno, tenía que ir preparada. Se puso el traje y se miro un momento en el espejo.

Vestido de presentacion:

Salió para despedirse de su padre, éste al verla se quedo con la boca abierta, era tan identica a su madre...Que seguro que ella no le iba a fallar. Tras despedirse, se subió en su nave o carruaje tirado por delfines y puso rumbo al Palacio de Arthur.-Me siento como si me fueran a casar a la fuerza, con alguien que no conociera....-Se dijo, pasadas varias horas llegó al Palacio de Arthur.

La joven chica salio del carruaje,las trompetas empezaron a sonar mientras que eraa escoltada hacia el Salon del Trono donde se encontraba él. Quedandose quieta hasta que le permitieran entrar.

Estaba pensativa de cómo matar a aquel hombre que le habían dicho que era su enemigo, no comprendía muy bien cómo alguien podía serlo sino le había hecho daño. Parecía muy buena persona pero se lo había ordenado su padre y esas órdenes lo tenían que cumplir. Se recostó un poco para descansar los ojos, odiaba los viajes largos y aún como esos. Estaba bastante nerviosa tanto para conocer al Rey del lugar como para lo que tenía que hacer; dejó escapar un leve suspiro de sus finos labios y empezó a jugar con sus cabellos rubios. Se asomó un poco viendo el paisaje del lugar, se notaba mucho ajetreo, se mordió el labio inferior poniéndose aun más nerviosa-Parece un hermoso Reino…Tan lleno de vida y alegría…Me daría pena que se quedaran sin rey…-Dijo bajito un poco para que nadie la escuchara.

Cuando llegaron la puerta del carruaje se abrió y ella bajo de éste tapándose los oídos cuando escuchó las trompetas y viendo la decoración del lugar. Vio delante de ella al Rey Arthur, se sonrojó bastante cuando lo vio ante ella. Le parecía alguien tan guapo, apuesto y con tan buen corazón…Tuvo que carraspear para centrarse en la misión. Se acercó ante él y le hizo una reverencia, bajando levemente la mirada. -Buenas noches, Rey Arthur, gracias por su invitación. Es todo un honor y un placer estar en este maravilloso Reino como el suyo.- Le dedicó una dulce sonrisa, cuando sus miradas se cruzaron, ella sintió como su corazón latió con fuerza haciendo que se quedará sin aire. Sonrojándose bastante cuando le dio aquel beso en la mano, esbozando una tímida sonrisa. -Muy bien…Gracias por invitarme, tiene un Palacio maravilloso…Eh… ¿Me devuelve la mano? Por favor.- Le dijo amablemente y con una sonrisa, aunque deseaba que no le soltara la mano.-Va muy guapo y apuesto…Aunque con muchos botones ¿No cree?

Ella al igual que él  estaba bastante nerviosa y roja, su corazón latía con fuerza. Intentando calmarse un poco, intentando  pensar en otras cosas.-Gracias, me alegra de que te guste mi vestido… Me lo he puesto especialmente para usted…Pero si  tanto le gusta mi traje, se lo puedo dejar un día aunque creo que no sería de su talla.-Dio una  pequeña vuelta para que él la viera  desde todos los ángulos, para después volverse a parar enfrente a él. Le dedicó una sonrisa cuando lo vio tan rojo y nervioso, le parecía tan dulce y tan tierno, que le era una sensación difícil de explicar. Se quedó quieta cuando intentó darle un beso de manera inconsciente, no le hubiera importado, es más le hubiera correspondido con mucho  agrado. Quedándose embobada  con los ojos de él pegando   su nariz con la de él, sus labios casi se rozaban y sentía  el aliento de él contra los labios de ella, sonrió cuando miró de reojo al ayudante de Arthur que carraspeo y los interrumpió. Salvados por el ayudante, qué hubiera pasado si no hubiera estado ahí, vigilando  a ambos jóvenes; es  lo que pensaba la joven.

Lo acompaño hacia el comedor, agarrándose elegantemente del brazo de él, escuchando todo   lo que le estaba diciendo sobre la decoración del Palacio. Se sentía en una nube, llevaba medio recogido la falda del vestido. Llegando a aquel hermoso y elegante comedor, estaba precioso. Muchas gracias, Arthur…Digo su majestad.-Dijo mientras tomaba asiento, arreglándose un poco los pliegues del vestido. Estaba cada vez más  nerviosa, su  corazón no paraba de  latir con más fuerza. El vino fue  servido en su   copa, mientras que ella se colocaba en su   regazo la servilleta para empezar a cenar junto a él, su cara palideció cuando le   preguntó eso pero intento  hacerse la tonta, esbozando una amable y dulce sonrisa. -Como usted dice, son rumores que pueden ser ciertos o no…- Dijo como si nada bebiendo un poco de su copa.-Y yo he escuchado que es un rey muy temido….¿Por qué será?- Dijo mientras la cena estaba siendo servida, olía de maravilla y lo más extraño es que eran todos sus platos favoritos.-Gracias, tiene todo  muy buena pinta, huele de maravilla. Tendré que felicitar al cocinero por preparar todos mis platos favoritos y aún más por saberlos…Aunque ¿debería de agradecérselo a alguien más por informarle de estos temas?- Sonrió mientras empezaba a cenar con él, estaba disfrutando de cada bocado, de  todo lo que había en el plato; aun más de la compañía, la de Arthur, se estaba perdiendo en la mirada de él, en su sonrisa. Inconscientemente, la  mano de ella acarició la mano de él, haciendo que ella  se sonrojara aun más y  bajara la  mirada rápidamente. -Disculpe… Eh…la  cena está muy rica….Gracias por la invitación.- Dijo un  poco   nerviosa. Vio que se manchó la comisura del labio, ella tomo su servilleta y le limpio la zona en cuestión, dejando ahi la mano durante un rato.-Se había....manchado...-Susurro bajito cuando escuchó nuevamente el carraspeo y apartó la mano rapidamente.

Los  del servicio estaban retirando los platos una vez que habían terminado de cenar ambos, siempre bajo la atenta mirada de Bill, el mejor amigo de Arthur. Eso le molestaba un poco  porque no les dejaba para nada intimidad. Esbozo una sonrisa dulce y amable.-¿Tu amigo no  cena? ¿Va a estar todo el tiempo vigilándonos? Por mi, se podía haber sentado  con nosotros a cenar.- Sonrió como si nada.-¿Y qué vamos a hacer ahora? Porque me voy a quedar una semana en su  Palacio…- Guardó silencio mientras lo observaba detenidamente.

Esbozo una sonrisa aun teniendo sus mejillas sonrojadas, se sentía rara pero a ella le gustaba que le llamara Mera, escucharlo de su voz, de sus labios, la hacía estar en la Gloria. -Yo te llamaré Arthur, con una condición…- Acercó sus labios al oído de él.-Si tú me llamas Mera…Por favor.-Le dijo para que solo él lo escuchara, no le gustaba que le llamaran así gente extraña a ella. Se sonrojaba cada vez más mirando a Arthur, olvidándose de todo lo que estaba sucediendo, de su misión. Se sentía como una cría en su primera cita, mordiéndose el labio inferior cada vez que él la miraba o le sonreía. Estremeciéndose cuando sintió la mano de él sobre la de ella, provocándole una tímida sonrisa. -Si desea…me voy…mañana….- Dijo apenada guardando silencio para seguir cenando con él.

De vez en cuando miraba de reojo a Bill que estaba intentando ahogar la risa viendo a ese par, entrecerrando los ojos a modo de me la vas a pagar, ya verás que cuando quieras estar con una chica te voy a hacer lo mismo. Seguían cenando hasta que se quedaron a solas, el corazón de la joven cada vez más fuerte. Poniéndose aun más roja, tanto que sentía como sus orejas le ardían. Sus miradas se cruzaron y dejo caer un momentos los ojos al sentir como él le acariciaba la barbilla.-Arthur…tienes unos ojos muy hermosos, llenos de magia y de misterio…Que me dejan hipnotizada…-Le dijo en un susurro, sorprendiéndose cuando él comenzó a besarla, dulce y lentamente, saboreando los labios de ella como ella hacía con los de él. En un principio, se iba a separar pero su mente se lo impidió, no quería separarse de los labios de él. -Arthur…mi corazón esta como loco…Por….- No dijo más cuando se volvieron a besar, la mano de ella quedo en la mejilla de él siguiéndole aquel beso e inconscientemente termino sentada en el regazo de él, sin separar sus labios de los de él.